Llega cierre del ejercicio económico y muchas empresas se encuentran con una realidad inesperada: los resultados económicos no son los proyectados. A pesar de haber iniciado el año con objetivos claros, al cierre del ejercicio, las cifras no cuadran. Pero, ¿por qué sucede esto?
Uno de los principales factores es la falta de monitoreo trimestral. Si bien se establecen metas anuales, la ausencia de revisiones periódicas impide detectar desvíos a tiempo. Sin un control frecuente, las oportunidades de corrección se pierden y los problemas solo se hacen evidentes cuando ya es demasiado tarde.
Otro aspecto clave es la definición de los KPIs (Key Performance Indicators). Si los indicadores seleccionados no reflejan de manera precisa el rendimiento real del negocio, la información con la que se toman decisiones puede ser errónea o insuficiente. Definir métricas alineadas con los objetivos estratégicos es fundamental para evaluar el progreso de manera efectiva.
Sin embargo, el mayor problema suele ser la falta de toma de decisiones. Identificar los desajustes en el camino no sirve de mucho si no se actúa sobre ellos. La inacción, ya sea por miedo al cambio, falta de claridad en las soluciones o burocracia interna, es el verdadero obstáculo para corregir el rumbo a tiempo.
Para evitar esta sorpresa de fin de año, es imprescindible adoptar una cultura de gestión proactiva: monitorear con frecuencia, definir KPIs adecuados y, sobre todo, tomar decisiones oportunas.
En próximos artículos, exploraremos cada uno de estos factores en detalle y compartiremos estrategias para mejorar la planificación y ejecución empresarial. ¡No te lo pierdas!